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Historia


Junto a Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo y Sorihuela del Guadalimar, Iznatoraf es una de las “cuatro villas” que dan nombre a las sierras de la zona. 

Aunque discontinuo en el tiempo, el poblamiento es muy temprano en esta zona. Se calcula que en el III milenio a.C. el asentamiento en este lugar servía para controlar el camino hacia las zonas mineras de Sierra Morena. 

Sigue la presencia humana hasta época ibérica, quizás como una pequeña atalaya, pero no aparecen restos romanos, por lo que se deduce que fue abandonada. 

El actual nombre es de origen árabe y alude (‘hisn’, castillo, fortificación) a su muralla, construida en el siglo XI y que refuerza el altozano ocupado por la población. Como en otros casos de la provincia, no fue conquistada por las armas, sino por la negociación. Fernando III pactó con los vecinos, que abandonaron la fortaleza. Una vez repoblado, se concedió a Iznatoraf el fuero de Cuenca. De alguna manera se distingue a este lugar, porque se declaran sus tierras de realengo, es decir, no se cede a ningún señor, ni a una orden militar, ni a la Iglesia. La situación no se prolongó en exceso: en 1252 Alfonso X cede el lugar al Arzobispado de Toledo, que convierte a Iznatoraf –junto a Cazorla y Quesada– en una de las primeras villas del Adelantamiento de Cazorla. Con el avance de la Reconquista, su posición pierde importancia desde el punto de vista militar, pero cobra fuerza como centro económico, hasta tal punto que la población desborda pronto sus murallas y se establece en el llano. De esta forma, las aldeas que la rodean crecen. La Moraleja se hace villa (Villanueva del Arzobispo) en 1396; en 1450 el arzobispo Alfonso Carrillo independiza la Torre de Mingo Priego, que toma su nombre, Villacarrillo. 

El arzobispado toledano reforzó sus murallas y construyó un castillo, ya desaparecido porque su función no era tanto la de defensa como la de servir de residencia. 

En el siglo XVI Iznatoraf es ya cabeza del arciprestazgo y comienza la construcción de la Iglesia de la Asunción, que recibirá añadidos durante los siglos posteriores. 

Durante ese tiempo, la historia de Iznatoraf es la de una villa agrícola que, con altibajos, conoce cierta prosperidad. Madoz destaca su producción aceitera (molinos aceiteros) a mediados del siglo XIX.




Ayuntamiento de Iznatoraf

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